BEATA ENCARNACIÓN GIL VALLS

 

“La Catequesis de niños, jóvenes y adultos está orientada a que la Palabra de Dios se medite en la oración personal, se actualice en la oración litúrgica y se interiorice en todo tiempo a fin de fructificar en una vida nueva. La Catequesis es el momento en que se puede purificar y educar la piedad popular” (CI 2688)

 

          La Beata  Encarnación, dedicó su vida a la educación cristiana de la niñez, por lo que al estallar la persecución religiosa en 1936, conocida como ferviente católica y por el apostolado que desempeñaba, fue martirizada junto a su hermano sacerdote [1].

 

          María de la Encarnación nació el 27 de enero de 1888 en la calle de San Antonio de Onteniente (Valencia), fue bautizada al día siguiente en la Parroquia de Santa María. El 24 de mayo de 1893 recibió la confirmación de manos del cardenal Sancha. Y en 1899 hizo su Primera Comunión.

De inteligencia despierta, estudió la carrera de Magisterio en Valencia, trabajando en los pueblos de Albuixech y Beniarrés con gran competencia. Demostró, además de su capacidad intelectual, una ejemplaridad en el cumplimiento de su deber, formando las almas de los niños a ella confiados en la piedad y santo temor de Dios. Durante su estancia en Valencia visitaba con frecuencia a las Religiosas Teresianas, que se ocupaban de las jóvenes maestras, y a las Madres Reparadoras, a cuya Congregación de Hijas de María perteneció.

Su vida interior se manifestaba perteneciendo al Apostolado de la Oración, a la Tercera Orden de San Francisco y del Carmen, a los Jueves Eucarísticos y a las Marías del Sagrario, siendo gran devota de la Purísima y del Sagrado Corazón.

Conociendo la importancia de la educación cristiana en la niñez trabajó intensamente en la enseñanza del Catecismo a los niños, siendo, junto con su hermano sacerdote, también mártir, una de las fundadoras del Patronato de la Niñez, en la Parroquia de San Carlos de Ontinyent, al que dedicaba todos sus ratos libres y su dinero. En dicho Centro y en la iglesia adyacente de San Francisco impartía clases y organizaba actos para la juventud. Y la recuerdan por su amabilidad, prudencia, sencillez y espíritu de servicio. Este Centro tuvo gran importancia en la formación cristiana de los niños y su influjo ha llegado hasta nuestros días.

Fue además Maestra Directora de la Escuela Nocturna Femenina del Patronato, de la V.O.T. para la Juventud Obrera, distinguiéndose por su caridad hacia las jóvenes trabajadoras y por su interés en formarlas en la religión. Hasta vísperas de su martirio peleó en la brecha, formando el corazón y la inteligencia de las alumnas de quienes era muy estimada y respetada, así como de las instructoras.

No abandonó a su hermano sacerdote Gaspar, cuando comenzó la persecución religiosa, acompañándole hasta la muerte. Ambos murieron juntos por el mismo ideal.

El día 24 de septiembre del año 1936, a las nueve de la noche, fue asesinada, junto con su hermano sacerdote, en el Puerto de Ollería. Sus restos mortales fueron trasladados el 20 de abril de 1958 a la parroquia de San Carlos de Onteniente.

El Ayuntamiento de su ciudad, en sesión celebrada el 20 de marzo de 1958, acordó nombrar hijas predilectas de la ciudad a las mártires María Encarnación Gil Valls y a Crescencia Valls Espí.

Todos los que la conocieron y declararon en el proceso canónico de beatificación, coinciden en que esta santa mujer, fue asesinada por su condición de mujer católica y entregada a las tareas parroquiales, ya que no tuvo ninguna vinculación con la política y vivió completamente alejada de ella, dedicada a una intensa oración personal y a los trabajos apostólicos, como colaboradora de su hermano Gaspar y también de todos los sacerdotes de la Parroquia de San Carlos.

La fama de santidad por martirio pervive en nuestros días entre cuantos la conocieron u oyeron hablar de ella.

Fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II en Roma el 11 de marzo de 2001.

 

Que el ejemplo de la Beata Encarnación Gil Valls guie a los educadores en la búsqueda incesante de la Verdad,  en el amor que deben tener por ella y en la misión de transmitirla a los demás.



[1] Datos tomados de  VICENTE CÁRCEL ORTÍ Y RAMÓN FITA REVERT, Mártires Valencianos del siglo XX, Edicep Valencia, 1998.

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